El Camino ha de iniciarse inevitablemente en el Monumento al Tambor de Tobarra ("La Evolución"), obra singular de excepcional belleza del joven artesano tobarreño Jesús D. Jiménez Ramírez, hijo del gran artista del diseño y de la talla del tambor Antonio "El Batanero", del cual junto a sus tambores-obras de arte, debe destacarse el Monumento Funerario tamborilero de la Familia Batanero que se encuentra ubicado en el Cementerio de Tobarra, continuando hacia la Iglesia de la Purísima, reconvertida en Museo del Tambor y de la Semana Santa, edificio singular del S XVII de origen toscano y bellas pinturas murales del S. XIX. (en proceso de restauración ); destacan junto a los objetos de gran valor histórico de las diferentes cofradías y hermandades, tambores procedentes de toda España y de diferentes países del mundo.

Conforme nos adentramos en el casco antiguo, vamos encontrando restos de la nobleza que un día residió en Tobarra, casas solariegas blasonadas de finales del siglo XVI y principios del XVII y XVIII con bellos balcones y artística rejería de forja, por entre los Arcos las ruinas del Convento Franciscano de San José  de 1.608, en la actualidad en restauración y destinado a ser el Museo permanente de la rica imaginería religiosa que desfila en Semana Santa, cuyos orígenes se remontan hacia mediados del S.XVI, desembocamos en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (gótica, 1.546-1.616). Consta de una sola nave dividida en tres tramos, a la que se abren dos capillas a cada lado, y un ábside con cinco paños, durante todo el año pueden admirarse obras de excepcional belleza, tallas majestuosas y perfectas como una Virgen Dolorosa de Salzillo o un Nuestro Padre Jesús Nazareno, imagen articulada que imparte la Bendición ante más de 30.000 personas Viernes Santo en el Calvario, la talla barroca del trono en madera de cedro del Cristo de la Agonía del escultor sevillano Guzmán Bejarano, un Cristo de la Columna de José Díes López, un Ecce-Homo de talla en madera excepcional. Subiendo la “cuesta de correos” nos acercamos al Santuario del Cristo de la Antigüa y Virgen de la Encarnación,  joya de la arquitectura religiosa tobarreña, edificado junto al antiguo castillo de origen árabe, del que sólo se conservan algunos restos. Monumento histórico-artístico nacional desde 1.981 podría tener sus orígenes en la Ermita de Santa María, citada en las Relaciones Topográficas de Felipe IIde 1.587 y no descrita su ubicación, parroquia citada como la “antigua” al afirmar que en ella peregrinó San Vicente Ferrer en 1.411, levantado, no obstante, con toda majestuosidad entre los siglos XV y XVIII; la reciente restauración ha puesto al descubierto toda la riqueza artística que albergaba en su interior. Consta de tres naves, dos de ellas cubiertas con bóveda crucería, y la tercera un artesonado mudéjar con decoración de lazo y piña en mocárabes (que pudiera ser la parte correspondiente de la ermita). En su interior destacan el camarín de la Virgen de la Encarnación, decorado con pinturas murales del siglo XVIII; y sobre todo otro rococó refinado, que alberga la imagen del Cristo de la Antigua, con pinturas murales relativas a la anunciación y a la pasión y muerte de Jesús, los cuatro evangelistas y unos preciosos azulejos de Manises de finales del S.XVIII y principios del S. XIX (de una extraordinaria belleza todo el conjunto), alberga la Ermita en su interior dos tronos que participan en la semana santa tobarreña, como son el Cristo Resucitado y la Caída de Jesús conocida popularmente como “Paso ordo”  (por sus más de 2.000 kilos) y cuya bajada a hombros del Santuario Jueves Santo por la tarde no debe perderse, desde el Santuario se divisa la fértil vega de Tobarra, herencia musulmana, de donde sobresale por encima de todos ellos la delicadeza
Pero no es sólo el edificio el que hace recomendable este paseo, sino también las vistas que desde este lugar se disfrutan de todo el pueblo y sus alrededores, así como del cerro de Santa Bárbara, situado en el lado opuesto, en el que se divisa, solitaria, la torre del Reloj, que marca las horas desde 1928 y da los cuartos todos los días del año.
  

A 5 km de Tobarra se hallan dos parajes que sobresalen por su valor ecológico: el Saladar de Cordovilla y el Humedal de Alborajico, espacios protegidos por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. A 7 km se encuentra el Eremitorio rupestre hispanovisigodo de Alborajico, una ciudadela que estuvo habitada entre los siglos IV y IX. En sus alrededores se encuentran numerosos yacimientos de roca ornamental.

El Castellar, un enclave hispanomusulmán, también presenta interés. Situado en el cerro del mismo nombre, en la pedanía de Sierra, es una fortaleza que constituye uno de los mejores conjuntos representantes del pasado medieval de la provincia, desde el cual se divisan preciosos paisajes, entre ellos el importante parque arqueológico del Tolmo de Minateda.